El silencio se levantó entre ellos como una pared en la que se estrellaban palabras que nunca llegaron.
– Lo siento...
Era una noche de verano atípica. Llovía a mares y nadie se explicaba el motivo. A lo mejor el cielo se sentía como nuestra protagonista: con ganas de llorar. Ante aquellas dos palabras tan duras que rezaba por no escuchar, ella bajó la cabeza conteniendo el llanto, triste. Pero no podía demostrárselo. No quería que se sintiera mal por ella. Así que enseguida recompuso una media sonrisa que no le llegó a los ojos y le contestó decidida:
– Llevas mi rojo de labios estampado en la mejilla izquierda de tu corazón, lo que pasa es que aún no lo sabes. Y no importa. Puedo esperar, pero espero que para entonces no sea tarde.
Después de aquello se marchó refugiada bajo su paraguas amarillo brillante. Parecía que se alejaba el sol. A él sólo le quedó la tormenta, un vacío en el corazón y la incómoda sensación de la oportunidad perdida...
-Texto e imagen: Duna Loves
U__u
ResponderEliminarVaya . . .
qué triste! y también, bonito :)
ResponderEliminarMe encanta como narras este momento tan triste, de alguna forma se te graba en el corazón (ojalá en mi caso él se hubiese sentido así...)
ResponderEliminarY hay qué ver qué coraje da cuando esas oportunidades tan increíbles se escapan justo delante de tus narices...
ResponderEliminarPufff qué bonito... pero qué triste... y qué triste que lo triste sea bonito.
ResponderEliminarHay que ser muy fuerte para hacer algo así, pero yo quiero imaginar que él salió corriendo trás ella y quedaron refugiados bajo el sol del paraguas.
ResponderEliminarUn muá(h) y un sugu de frambuesa!
Ojalá nunca tenga que ser yo la protagonista de tu historia...
ResponderEliminarDe momento puedo esperar a que esté preparado para volver a amar... me ha confesado que aún no es capaz...que esa bruja le llevó esa parte de él encargada de amar...
Que nadie sabe que pasará... que aún no puede amarme pero sí quererme...
Que está bien y que quiere seguir estándolo...