Daniela aprendió del suyo a calcar con papel vegetal, a distinguir el romero del tomillo y a limpiar sardinas. Aprendió que árabe y marroquí no son lo mismo, que puedes silbar con hojas de eucalipto y que con un poco de papel de aluminio tienes un río. Que dormir la siesta es mirar hacia dentro y que la historia de la hormiga y la cigarra era uno de sus cuentos favoritos (quizá por eso le gustaba tanto Ferdy). También supo lo que significaba flambear un plato y que las máquinas de escribir nunca pasan de moda. Pero si hay algo que de verdad no caduca por muchos años que pasen es el amor incondicional entre abuelos y nietos y eso también lo descubrió Daniela gracias a su abuelo.
¿Tú qué has aprendido del tuyo?
PD: ¡Felices fiestas! Sigo viva y lista para ir a por el 2014 ^_^
- Texto: Duna Loves
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Echaba de menos tu escritura fresca. A por un 2014 lleno de metas alcanzadas. ;) Beijos.
ResponderEliminarYo no tuve oportunidad de convivir con mis abuelos, pero anécdotas parecidas a las que narras las veo realizarse entre mi madre y sus nietos. Es algo muy bonito.
ResponderEliminarFeliz año. Gracias por tu visita, de nuevo.
Yo de mi abuelo he aprendido a diferenciar entre diferentes tipos de melocotón y peras, lo estoy intentando con las manzanas. Y otras tantas cosas que no les prestamos demasiada atención al prinicipio pero que luego te das cuenta que son útiles! Feliz año! ;)
ResponderEliminarNo tuve la ocasión de compartir esas bonitas experiencias con mis abuelos, y hoy en día solo queda mi abuela materna. Aprender no he aprendido mucho, pero hace un cocido... para chuparse los dedos, jeje :) La quiero un montón ^_^
ResponderEliminar¡Feliz año!