"Morirse" es una palabra muy fea

Cuando eres hijo ves día a día lo que se quieren tus padres. Pero cuando eres nieto no ves a tus abuelos de la misma manera porque son mayores, de otra época y no entiendes por qué duermen en camas separadas. Sabes que se quieren, claro. Se tienen que querer. Pero sólo eres realmente consciente de ello cuando uno de los dos se va. Para tu abuelo es el día más triste de todos, la Navidad más solitaria y el peor año de su vida. Y a ti te dicen que tu abuela "se ha ido al cielo" porque "morirse" es una palabra muy fea.

–Se ha ido al cielo, a preparar los bocadillos de jamón que tanto te gustan.

Entonces tú, con la inocencia que sólo tienen los niños, te enfadas con ella porque se ha ido sin despedirse y decides que nunca más volverán a gustarte los bocadillos de jamón. Pero luego piensas, con esa misma inocencia, que si en el cielo cabe tanta gente, un par de manos a la hora de la merienda no vienen nada mal. Oyes a los mayores llorar (porque no te dejan verlo) y piensas que lo que ocurre es que ellos no han llegado todavía a tu misma conclusión. ¡Y luego tú eres el niño! Tienen razón, lo eres.

Y, aunque con un agujero muy raro en el pecho, vuelves a salir a jugar sin saber que cuando crezcas todo esto será peor porque ya tendrás edad para que te dejen mirar, y llorar también, y no habrá cielo que valga. O quizás sí: cuando sean tus hijos los nietos y tengas que explicarles lo que se querían sus abuelos.

-Texto: Duna Loves